JULIO ANGUITA: Muere el referente de la Izquierda Española.
Muere a los 78 años Julio Anguita, referente de la izquierda española desde la transición
Fue un maestro y político español. A lo largo de su carrera política ostentó distintos puestos: fue alcalde de Córdoba entre 1979 y 1986 (época en la que los medios de comunicación le dieron el apodo de «califa rojo»[3] o «el califa»), secretario general del Partido Comunista de España (PCE) y coordinador general de Izquierda Unida (IU).
Bajo su dirección, la coalición IU alcanzó sus mayores éxitos electorales, superando ampliamente los 2 millones de votos en las generales de 1993 y 1996, alcanzando en este último año más de un 10 % de los votos y 21 diputados. Su periodo al frente de Izquierda Unida se distinguió por la exigencia de concretar acuerdos programáticos y el rechazo a la corrupción.[4] Tras su marcha, IU inició una fase de declive que, de la mano de Francisco Frutos primero y Gaspar Llamazares después, le llevó a conseguir tan solo 2 diputados en las elecciones generales de 2008.
Separado de la política activa por una afección cardíaca, Julio Anguita continuó participando en diferentes actos y alternativas para lograr los objetivos ideológicos de izquierdas entre los que se encuentra un Estado republicano. Formaba parte del Colectivo Prometeo y del Frente Cívico Somos Mayoría, del cual fue fundador.
Ha fallecido en el Hospital Reina Sofía, donde ingresó muy grave hace una semana tras haber sufrido un problema cardiaco en su domicilio
El primer alcalde comunista de una capital española en la transición
Hijo de militar, Julio Anguita (Fuengirola, 1941) era un joven maestro recién licenciado atraído por la política cuando el 3 de abril de 1979 se convirtió, para su propia sorpresa y para la de muchos, en el primer alcalde comunista de Córdoba y en el primero de una capital de provincia en España. Lo hizo ganando las elecciones en una ciudad en la que unos meses antes se había impuesto la UCD en las elecciones generales.
Aquel día, el PCE obtuvo en Córdoba más de 32.000 votos, y un joven Anguita se convirtió en alcalde con un gobierno de concentración que, con no pocas tensiones, aguantó todo el mandato. El alcalde comunista, no obstante, se volvió a presentar y reeditó la Alcaldía con una mayoría absoluta que le granjeó el sobrenombre de El Califa Rojo, pero que no le trajo un mandato pacífico. De hecho, en 1986 dimitió y renunció a presentarse de nuevo como alcalde, para convertirse poco después en candidato de IU a la Presidencia de la Junta de Andalucía.
En febrero de 1988 fue elegido secretario general del PCE y al año siguiente se puso al frente de Izquierda Unida -en ambos casos en sustitución de Gerardo Iglesias-. Como líder de la coalición de izquierdas, obtuvo su escaño en el Congreso de los Diputados durante las elecciones de 1989 y se mantuvo al frente hasta el año 2000, consiguiendo los mejores resultados electorales de la formación en 1996, cuando obtuvo el 10% de los votos y 21 diputados.
En aquellos años se opuso firmemente a la destrucción del tejido industrial, a las sucesivas privatizaciones y desregulaciones, y al Tratado de Maastricht, así como al proyecto europeo que éste representaba. Por su postura antipopulista comenzó a ganarse una fama de político huraño que prefería la reflexión por encima de la emoción, convirtiéndose así en la antítesis de lo que representaba Felipe González para el votante de izquierdas de la época. Aquella actitud le granjeó también unos cuantos enemigos dentro de su propio partido.
En el año 2000 abandonó finalmente la política activa. Lo hizo renunciando, además, a cobrar la pensión de jubilación como exdiputado y tras haber sufrido dos infartos en apenas cinco años, entre 1993 y 1998, que le llevaron a ser operado varias veces de sus problemas cardiacos. De aquellos primeros enfrentamientos con la muerte surgió el libro Corazón Rojo: la vida después de un infarto (2005), uno de los muchos que ha publicado desde que dejó la política activa.
“Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”
En 2003 recibió un enorme mazazo cuando su hijo, el periodista Julio Anguita Parrado, fruto de su matrimonio con Antonia Parrado, murió al ser alcanzado por un misil en un ataque del ejército iraquí a un centro de comunicaciones en Bagdad. Tras recibir la noticia, su reacción fue de nuevo ejemplar. Pronunció una frase para la posteridad: “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”, al tiempo que ejerció su derecho al silencio cuando recibió una carta de pésame del presidente José María Aznar.
Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona, las claves de su pensamiento estaban casi siempre en el análisis histórico desde una perspectiva marxista. Buscaba siempre una solución concreta para un problema concreto y sus augurios, ya fueran económicos, sociales o políticos, se cumplían con asiduidad.
En la última entrevista que concedió a este periódico, en julio del año pasado, Anguita reconocía que su mayor temor era mirar hacia el futuro: “Yo a lo único que le temo, ya a mis años, es a cómo va a vivir mi nieta. Es un desastre que nadie se preocupe de que España va a desaparecer (…) España va a desaparecer cuando los jóvenes españoles no tengan trabajo”, decía al respecto, profetizando la muerte del turismo.
También se pronunció sobre su legado con la sinceridad que siempre le caracterizó: “He sido muy temperamental para unas cosas y muy frío para otras. Tengo las dos cosas. (…) Simplemente que viesen mi vida política y si hay algo que merece la pena seguir, pues que lo hagan. Y aquello que no merezca la pena, que no lo hagan. Ya está”.
Fuentes: Varias / Diarios independientes de españa.
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